El poeta y académico asturiano fallecido el sábado a los 82 años, Ángel González, fue despedido ayer con un emotivo aplauso por sus amigos y familiares más cercanos, en el crematorio del cementerio de la Almudena de Madrid, donde sus restos fueron incinerados.
En una breve ceremonia en la que sonaron algunos de sus versos y que acabó con un caluroso aplauso, escritores, políticos, actores, músicos, amigos y familiares le dijeron adiós. Tal y como él quería, sus restos serán esparcidos el próximo 19 de enero junto a los de su madre, en una tumba que tiene su familia en su Oviedo natal.
A las 10 de la mañana de ayer el féretro con el cuerpo del poeta llegaba al crematorio del cementerio de la Almudena. En la puerta aguardaba su esposa y compañera sentimental desde hace casi dos décadas, Susana Rivera, acompañada por el poeta Luis García Montero, la escritora Almudena Grandes y el músico Joaquín Sabina. “Se fue sin sufrir y lleno de vitalidad”, balbuceaba su mujer entre lágrimas. Y escribiendo hasta el último día. Preparaba un nuevo poemario y ya tenía varios títulos seleccionados. Y aunque en los últimos días se había sentido algo cansado, seguía teniendo fuerzas para sentarse frente al papel. Unos versos que seguro algún día verán la luz.
Unos minutos después daba comienzo una breve ceremonia de despedida. Versos, aplausos y lágrimas ponían punto final a lo que fue un precioso homenaje dedicado a un poeta sencillo y feliz, como le definieron sus amigos, que murió de manera inesperada a causa de una crisis respiratoria.
En su último adiós estuvieron con él la actriz Pilar Bardem; el poeta asturiano Ricardo Labra; los cantantes Miguel Ríos y Víctor Manuel; la esposa del ex presidente Felipe González, Carmen Romero; el humorista y académico Antonio Mingote; y el escritor Álvaro Pombo, quien destacó el sentido del humor de González, a quien definió como “el poeta de la vida”.
Licenciado en Derecho, maestro de escuela, funcionario, corrector de estilo, periodista e incluso crítico literario y musical, Ángel González fue sobre todo un representante de la poesía social, la llamada Generación del 50, nacida del sufrimiento y del combate a la miseria. Con su muerte, a esa generación, a todos sus amigos y también a todos sus lectores, se les ha roto el alma.
